
Toda moneda tiene dos caras. En el comportamiento humano esas dos facetas, ese ying y yang, se traduce en que siempre existe un antagonismo: lo bueno y lo malo… Lo realmente curioso es que parece que los caminos por donde surcan este tipo de emociones, la positiva y la negativa, suelen transcurrir en paralelo por nuestro cerebro y gozan de numerosos elementos comunes.
Esto ya se demostró en relación al amor y al odio y las investigaciones en curso también prueban este denominador común entre la empatía y la agresividad o violencia. La especie humana se puede considerar como la más violenta de las que pueblan el planeta —somos capaces de matar por el mero placer de hacerlo y además estas atrocidades las ejecutamos en masa— pero también resultamos los animales más empáticos —somos capaces de ponernos en lugar de quien tenemos enfrente y asimilar sus sentimientos—.
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