La desaparición de las abejas de la faz de la Tierra es uno de los misterios más inquietantes del siglo XXI. Y no es solo un asunto de proteger a una especie que alarmantemente ha descendido en su población, sino por el efecto multiplicador que tiene sobre flora y fauna: no debemos olvidar su papel como transportistas de polen, que permite que determinadas plantas puedan florecer.
Todo apunta a un culpable. Ese mismo que tiene en mente: el hombre y la utilización indiscriminada de sustancias que acaban por contaminarlo todo. En concreto, el uso de pesticidas industriales hace que se contamine el polen, que acaba esquilmando a las pobres abejas.
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La diversidad de pensamiento es como los colores