Numerosos han sido los intentos de buscar una causa científica para explicar el origen de la leyenda del vampiro. Ya en el siglo XVIII se planteó la posibilidad de que se tratara de un mal contagioso semejante a la rabia que se trasmite con la mordedura de un perro.
En 1985, el bioquímico David Dolphin propuso que el mito de los vampiros podía deberse a una mala interpretación de un raro desorden sanguíneo conocido como porfiria. Su hipótesis justificaba la supuesta fotosensibilidad de los vampiros y el célebre rechazo al ajo. Pero no se ha demostrado que beber sangre alivie el mal, ni se ha encontrado evidencia de que se haya creído tal cosa. Y lo que es peor, Dolphin intentoÌ justificar científicamente a los vampiros del cine y la literatura, que se alimentan exclusivamente de sangre, huyen del ajo y se esconden del sol. Pero los vampiros…
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La diversidad de pensamiento es como los colores