Todo llega, todo pasa y todo cambia
«El Mal no tiene voluntad propia. El Mal sólo nos ataca cuando lo acorralamos, cuando no le damos un espacio en nuestra vida, y condenamos una parte nuestra a la sombra, al frío del abandono, al miedo y al olvido. Esa parte que no queremos reconocer como propia, comienza a golpearnos para que la veamos como nuestra. Al tenerle miedo, bloqueamos esos pensamientos, los negamos, o lo que es más común, responsabilizamos a otra persona de lo que nos está sucediendo, colocándola en la misma sombra»…»es importante entender que esa parte nuestra que no podemos aceptar no es oscura. Somos nosotros quienes la relegamos a la oscuridad; ella lo único que busca es reconocimiento».
La diversidad de pensamiento es como los colores