«Así, las aguas vueltas a su curso, sumergieron los carros y a la caballería de todo el ejército del faraón que había entrado en el mar en seguimiento de Israel: ni uno siquiera se salvó». Éxodo 14, 28.
Aquellos que hayan recibido una educación católica recordarán de la época del Catecismo la historia de la Huída de Egipto de los israelitas. El faraón los persiguió con un gran ejército hasta el Mar Rojo, una barrera geográfica que cruzaron una vez que, según nos cuenta el Éxodo, Moisés, que dirigía a los hijos de Israel, levantó por mandato divino su cayado y extendió su mano sobre el mar y lo dividió en dos. Una vez pasado el pueblo el mar, una imagen que vimos en la película protagonizada por Charlton Heston, las aguas volvieron a su sitio y sepultó a todo el ejército del faraón Akhenatón. Todos perecieron.
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