Incluso enfrentando lo que bajo cualquier circunstancia es una tormenta perfecta, el presidente Putin tuvo un desempeño extremadamente comedido en su rueda de prensa anual y el maratón de preguntas-respuestas.
(Imagen: kremlin.ru)
La tormenta perfecta avanza por dos frentes: una guerra económica abierta –como se ve en el asedio vía sanciones– y un ataque concertado, encubierto, desde la sombra, al corazón de la economía rusa. El desenlace que quiere Washington es evidente: empobrecer y reducir al adversario y forzarlo a arrodillarse sumisamente a los caprichos del «Imperio del Caos». Y fanfarroneando sobre eso hasta alcanzar la «victoria«.
El problema radica en que resulta que Moscú ha descifrado impecablemente el juego, incluso antes de que Putin, el pasado octubre en el Club Valdai precisara la doctrina Obama como «nuestros socios occidentales» trabajando como ejecutantes de la «teoría del caos controlado».
Así que Putin nítidamente comprendió el monstruoso ataque de caos controlado…
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