Bautizado como «el sitio arqueológico más misterioso de Rusia», se encuentra a unos 20 kilómetros de la frontera con Mongolia, y cuenta con paredes exteriores de 40 metros de altura. La estructura fue descubierta en los años 50, pero los arqueólogos no pudieron determinar cuál era el propósito de la intrincada estructura. Irina Arzhantseva, de la Academia de Ciencias de Rusia, ha comenzado su propia expedición y está decidida a llegar al fondo del misterio.
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