(Por Matías Vega)
Un artículo reciente de Andrew Haynes habla acerca del uso de psicotrópicos en el reino animal. El argumento que explica este comportamiento es el aburrimiento –literalmente animales aburridos son los que buscan estimulación farmacológica, muy parecido al caso de humanos aburridos quienes también buscan estimulación- aunque también podría haber algo más ocurriendo. En su libro “Desde el chocolate a la morfina” de 1983, el fisiólogo de la Universidad de Arizona Andrew Weil postula que los niños giran en círculos para alterar sus percepciones en la mismo forma en que adultos lo hacen con alcohol y otras drogas. Tan instintivo pareciera ser este comportamiento, que Weil sospecha que quizás los humanos no son la primera especie que persigue estados de alteración. Sus sospechas resultaron ser correctas, como se señaló en un estudio de Jane Goodall y Marc Berkoff, sobre visitas al Santuario del Chimpancé de la Fundación Mona…
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La diversidad de pensamiento es como los colores